Ningún trabajador que se dedique al sector de la hostelería puede pasar por alto las normas de higiene y manipulación de alimentos. Cualquier incumplimiento acarrea terribles consecuencias. Un aparato en mal estado podría conllevar un caso de intoxicación de un cliente. Nuestro asador de pollos tiene que brillar ante los ojos del consumidor. Así, las probabilidades de que repita visita serán muy altas. Una limpieza a fondo antes de cerrar la persiana por vacaciones se antoja necesaria.
Ser lo más práctico posible
Las alternativas para que tu asador de pollos quede como los chorros del oro son varias. La primera pasada será por la parte exterior y las puertas laterales. En estas zonas se concentra cantidad de grasa que se puede eliminar con un desengrasante. Lo más práctico es con agua, jabón o detergente y una esponja que no ralle el acero inoxidable. Respecto a la parte interior, un HG limpiador puede ser una buena solución. El procedimiento se basa en pulverizar la zona sucia con este producto y dejar que actúe durante cinco minutos. A continuación, una bayeta mojada servirá para limpiar la zona y dejarla impoluta.
Los quemadores, con especial cuidados
Las placas que calientan el interior requieren de un cuidado minucioso. Pasar un cepillo para eliminar los residuos de carne que se quedan en las rendijas será el primer paso. A continuación, se puede usar un limpiador de horno o decantarse por un remedio casero como el agua mezclada con vinagre.
Finalmente, el engrasado de los rodamientos y el pulido de partes como el mango, la espada o los pinchos dejarán el aparato listo para su pleno rendimiento. Estas tres últimas partes se desmontarán y se sumergirán durante una hora en agua caliente para que la suciedad se reblandezca. Después, un desengrasante hará el resto. Limpiar un asador de pollos es fácil. Aquí damos las claves para que dure.