Uno de los primeros propósitos que las personas se ponen al iniciar un nuevo año es comenzar la dieta. Después de los excesos de las fiestas, muchos se esfuerzan por recuperar la línea. Así que una de las preguntas más frecuentes que se pregunta la gente es si se puede comer pollo asado estando a dieta. Esperamos desvelarte todas tus dudas en este artículo.
La realidad es que el pollo es una carne blanca. Eso quiere decir que no procede de mamíferos y tiene un contenido en grasa muy bajo. Por eso el pollo siempre forma parte de los alimentos aptos para dietas que tienen el objetivo de hacer perder peso.
No obstante, hay algunas pautas a tener en cuenta para no alterar sus propiedades para estas:
- No comer la piel del pollo. Esta constituye la parte que más grasas saturadas acumula, si bien es cierto es que parte de ellas se derriten en exposiciones prolongadas a la leña. Las pechugas son el corte con menor concentración de grasas.
- La materia prima es lo más importante. Come las aves que hayan sido criadas en libertad y hayan comido piensos de calidad (ecológicos y de corral). Por el contrario, evita los pollos industriales.
- No abuses de la sal. De hecho, cuanta menos lleve mejor, pues la sal retiene muchos líquidos y no favorece los procesos depurativos del cuerpo.
- Vigila el acompañamiento. La mayoría de veces no comemos pollo sin más, sino que lo acompañamos con patatas. Estas sí que pueden darte un aporte energético superior al necesario. Mejor complementa tu plato de pollo asado con ensalada o vegetales a la brasa.
Si sigues estas recomendaciones, podrás comer pollo asado durante la dieta sin temor a que te engorde. Eso sí, siempre recomendamos visitar a un nutricionista para que te dé pautas concretas acerca de situación en particular.
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